Después de estar toda la vida de emigrante, y no por placer, pues nada me hubiera gustado más que haber pasado toda mi vida en el pueblo, siempre soñando con poder volver un día, ha llegado por fin el momento del retorno. Siempre he seguido de cerca los acontecimientos en el pueblo y en los últimos años he podido ver con admiración los progresos en todos los sectores, sobre todo en lo social así como las mejoras en el casco urbano. Las calles, las plazas y jardines, donde no falta la pincelada de verdor en un una zona tan seca y austera como en la que vivimos. Se han multiplicado los edificios mostrando cada vecino su idea particular de edificar, pero no perdiendo nunca, contrastando con algunos pueblos vecinos, la imagen integra del pueblo.
Estamos viviendo en unos tiempos catalogados como “tiempo en crisis”, pero aun así, nunca he conocido una época tan desahogada como en la que estamos viviendo. Si, es cierto que el paro nos está preocupando en masa, y creo que es ahora precisamente cuando mas nos necesitamos el uno al otro, cuando todos tenemos la obligación moral de ser mas solidario con el vecino, siempre dispuestos a prestar ayuda en lo que sea necesario. Muchas de las deudas con las que nos hemos comprometido ha sido, me atrevería a decir, culpa de una mala gestión. A muchos de nosotros nos han hecho soñar que en pocos años podríamos llegar a ser ricos. Nadie ha pensado en el cuento de “La Lechera”. A algunos nos han hecho creer que cogiendo un préstamo para comprar dos pisos, con el alquiler de uno podríamos pagar la hipoteca de los dos. Pero ahora vemos con amargura que se ha roto el cántaro, y que nos hemos quedado sin pisos y con deudas. Cosa que no llego a comprender, puesto que con el embargo la deuda debiera de estar saldada, ya que es lo común en los demás países de la Unión Europea. Este es un tema que en el futuro tendrá que abordar el gobierno central.
Debemos tener todos esperanza y creer firmemente que pronto vamos a llegar al final del túnel por el que en estos momentos estamos pasando.
Yo, ya a mis años, podría disfrutar tranquilamente de mi retiro, dedicándome sólo al cuidado del jardín y a jugar con mis perros, pero mi conciencia no me permite estar inactivo sin intentar hacer algo por “mi pueblo”. ¿Por qué en esta lista y no en otra? En esta lista veo a un grupo de jóvenes llenos de vitalidad, sin añejos rencores, con nuevas ideas, todos deseosos de que el pueblo siga prosperando. Alistarme en otro grupo con otros propósitos sería para mí como traicionar a mis ideales, colaborar a facilitar la vuelta del pasado, sacando del arcano baúl el intransigente “caciquismo”.